sábado, 26 de diciembre de 2009

40 Barcos de Guerra por Javier Moro

*Texto leído en la presentación de la antología en el Bar 246, por parte de la editorial Kala.
Por Javier Moro

Carlos Ramírez Kobra durante su lectura con música y video en vivo en el Bar 246.



El libro de poesía 40 Barcos de Guerra: Antología de poesía y sus editoriales, es resultado de un trabajo coordinado por la editorial capitalina Verso Destierro después del 1er Encuentro de Editoriales Independientes, que se llevó a cabo en el 2008 en las instalaciones del Faro de Oriente.

Un libro que incluye a 42 editoriales o colectivos poéticos (dos más que los que el nombre del título señala) y a más de 160 poetas mexicanos, lo cuál representa un arduo trabajo, sí además tomamos en cuenta la diversidad de voces y alientos poéticos reunidos en esta antología. Sin embargo el resultado de esa propuesta ha visto la luz en un libro de 625 páginas, con un trabajo editorial impecable y que en buena medida viene a demostrar que es posible realizar un trabajo editorial más que digno desde la independencia; desde la marginalidad.Porque no podemos soslayar que la mayoría de las editoriales y colectivos aquí presentados sobreviven de manera autogestiva en un país en el que se han mantenido muy pocos proyectos editoriales independientes en los últimos años.


Javier Moro lee poema de su autoría incluidos en la Antología 40 Barcos de Guerra.


Es cierto que en materia poética existen proyectos editoriales bien cimentados y con un trabajo admirable, pero que finalmente resultan pocos al observar la geografía nacional. Por otro lado el Internet se ha constituido como una de las opciones más importantes para conocer el trabajo poético que se realiza tanto en el país como en el resto de América Latina y España. Sin embargo es triste y preocupante que muchos poetas y lectores simplemente desconozcamos lo que en materia poética se realiza en buena parte de la geografía nacional. Es como sí la poesía fuera la hermana huérfana o abandonada de la literatura mexicana. Una labor que tiene muchos héroes anónimos en una guerra silenciosa en contra del olvido. Una guerra que se vive en las calles, en las librerías, en el mundo editorial en general, y en la cuál la poesía parece llevar las de perder.


Sin embargo el proyecto de Los 40 Barcos… viene a convertirse en una muestra de la vitalidad de la labor editorial independiente en nuestro país, y se constituye en un gran mapa, en lo que a labor poética se refiere. La antología se reconvierte así en un puente, una vía de comunicación que salva lo mismo fronteras geográficas que mentales, al convertirse en un libro incluyente, que no busca marcar barricadas estilísticas, pues lo que busca es dar a conocer la vitalidad y fortaleza de la actividad poética independiente y no cede ante la tentación de encerrarse en los gustos o preferencias estéticas.


Aquí puede radicar una de las debilidades de una antología: para bien o para mal , una antología siempre buscará mostrar una cara específica de la labor poética. Los 40 Barcos es incluyente e independiente, hay toda una gama de posibilidades. No hay escuelas o gustos que prevalezcan sobre los demás. Es una antología democrática en ese sentido. Y desde esa perspectiva su valor aumenta, se capitaliza el trabajo de todas estas editoriales, de todos estos grupos, para dar una visión más amplia de la poesía mexicana actual. Pues en materia poética nada está dicho todavía, y eso es justo lo que una antología como Los 40 Barcos de Guerra viene a decirnos: el territorio poético es ancho y desconocido y se nutre de afluentes y ríos subterráneos. La poesía es un territorio que aun nos reserva misterios y sorpresas. Una antología que nos da la oportunidad de bucear en la mayoría de estos ríos subterráneos que alimentan a la poesía mexicana y adentrarnos en territorios muchas veces desconocidos y sortear caminos distintos, furiosos o románticos.


Jorge Posada hace su aparición y lectura en el 246.


Simplemente una hojeada rápida por el índice nos permite reconocer proyectos de muy distinta índole radicados en estados como Oaxaca, Coahuila, Chiapas, Nuevo león, Estado de México o San Luis Potosí o conocer la labor de una plataforma poética transnacional como la PLACA (Plataforma de Artistas Chilango-Andaluces) lo que nos da cuenta de la diversidad que esta antología guarda en su seno.


Lo que sorprende es precisamente esto, la cantidad y calidad de poetas que realizan una labor silenciosa, una labor de zapa desde sus diferentes trincheras. Una labor a veces poco reconocida, pero que resulta de vital importancia para darle a la poesía un lugar en la vida artística nacional, pues es una poesía vital, intensa, que parece lejana al público mayoritario, pero que está ahí, luchando todos los días por tomar las calles y acercarse a ese público ávido por conocer lo que los jóvenes (y no tanto) poetas tienen que decirles. Una poesía que lucha incesantemente todos los días por sobrevivir y sobresalir en un medio editorial cada día más preocupado por la novedad y deslumbrado por las grandes cifras de venta.Y es que la antología 40 Barcos de Guerra parte de premisas que le llevan la contraria a los efectos del mercado: busca ser, en primer lugar, una antología incluyente que se aleje de gustos y estéticas compartidas por un solo grupo o editor y por tanto ser una antología incluyente que se comporte como un enorme mosaico formado por la labor poética que se realiza en nuestro país. Un mosaico que se abre ante el lector y le enseña una región poco iluminada de la labor editorial y poética nacional, un territorio poco explorado.Y eso es para mí una de las mayores ventajas de esta antología, que tiene la enorme virtud de transformarse en una lámpara que ilumina los caminos subterráneos por los que discurre la poesía mexicana actual: caminos, trazos que pueden ser desconocidos para una gran mayoría, pero que nos muestran aquí su trepidante fortaleza, la fuerza que corre por sus palabras.


Los 40 Barcos es un mapa y una ventana, una lámpara y una aventura. Pero sobre todo la posibilidad de acceder a los ritmos oscuros, a la respiración sedienta. A partir de ahí se pueden haber aciertos o errores, puede gustarnos o no la poesía presentada, pero la labor está hecha: presentar en su magnitud, en su importancia la labor independiente es algo notable, profundamente honesto, en un país en donde muchas veces la palabra "independiente" huele a marginal, a extranjero.


En la mesa de presentadores: Adriana Tafoya, Carlos Ramírez Kobra y Javier Moro.


Sin embargo esta labor no es poca cosa si al final del día nos enteramos de las enormes dificultades con las que se enfrenta esta labor editorial, en un país como el nuestro. Ya sean las editoriales que podríamos llamar grandes o establecidas y mucho más cuando esa labor se hace desde la “independencia” (con todo lo que esto conlleva).Una razón más para aplaudir la llegada a buen puerto de esta armada, de estos 40 navíos de guerra armados de mucho, pero mucho trabajo. Una armada de guerra que nos demuestra que muchas veces la locura y el amor por la poesía son más tenaces que nuestra insufrible y triste realidad.

jueves, 24 de diciembre de 2009

40 Barcos de Guerra en Capulhuac

El joven público presente.


Región Mexiquense

La antología 40 Barcos de Guerra, colección de poemas realizada a partir de editoriales independientes mexicanas con el propósito de dar una muestra plural de lo que es la poesía en nuestro país, fue presentada con bastante éxito como parte de las actividades de la Semana Cultural que entre el 14 y 18 de diciembre del presente año, se efectuó en las instalaciones de la Escuela Preparatoria Oficial Anexa a la Normal de Capulhuac (EPOANC).

Dicho evento reunió a poetas independientes del Distrito Federal y Capulhuac de Mirafuentes, con el propósito de unir en un sólo espacio la voz de quienes están en pro del trabajo literario.

La cita fue el miércoles 16 de Diciembre de 2009, en punto de las 13:00 horas en el auditorio de la citada casa de estudios, en donde no sólo los alumnos, sino también, público extramuros, pudieron apreciar los comentarios que de la obra hiciera la Editora y poeta Adriana Tafoya. Quien señaló que se trata de una publicación en la que participan 42 proyectos independientes, quienes de manera autogestiva, se aventuraron a integrar la obra con igual número de ópticas. A través de proyectos de autores de diversos estados de la República, quienes se unieron bajo una sola bandera: la palabra vuelta metáfora. Acotó que el mecanismo para reunir el material antologado, consistió en que cada editorial o proyecto propusiera a cuatro poetas para que fuesen convidados a realizar dicha travesía en el mar de las palabras.
La editora Adriana Tafoya.

Para hacer comprensible a los oyentes los motivos generales de la obra y la importancia que ésta tiene en el espectro literario, Adriana dio lectura a la presentación que Adriano Rémura hace de dicha antología, de la misma se puede rescatar que: “Esta es una antología con nombre de Guerra –una guerra moderna-… que avanza hacia la descentralización y la amplitud de cánones, que da a conocer poesía poco difundida en México.”


Participaron en este evento Andrés Cisneros de la Cruz, Yabel René Guadarrama Rivera, Carolina Chávez Rodríguez, Estephani Granda Lamadrid y Gerardo Escamilla Sosa. Quines no sólo leyeron los poemas que de ellos aparecen en dicha obra, sino también compartieron con el público sus experiencias, como poetas y también como editores, que es el caso de Andrés y Yabel René.

Estephani Granda Lamadrid y Carolina Chávez.

Así pues, 40 Barcos de Guerra atracó con buen tiempo y aguas tranquilas en el muelle de la EPOANC. De su arribo sólo podemos decir que 42 editoriales independientes se unieron, para presentarnos una valiosa antología del quehacer poético en México, regalándonos la obra de 168 poetas compilados.

Al final de la noche, Adriana Tafoya, la esposa de Yabel René, Estephani Granda, esposa de Gerardo Escamilla, y Yabel y Gerardo.



Fuente: Región Mexiquense. No. 30. Año 3. Capulhuac, México Diciembre de 2009. Pág. 5

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Un margen de alerta: 40 barcos de guerra

40 barcos de guerra. (Antología de poesía y sus editoriales)
Exordio de Enrique González Rojo-Artur, presentación
de Adriano Rémura Edición independiente, 2009

Hay muchos poetas, hombres y mujeres, por descubrir o redescubrir,
sobre todo en provincia

Enrique González Rojo-Arthur

I

La creación de antologías ha sido una práctica consecuente en el ambiente literario de las últimas décadas. Bajo distintos criterios de selección, extrapoéticos en su mayoría, se han presentado compilaciones de todo tipo: generales, regionales, temáticas y, sobre todo, generacionales. Infortunadamente, se percibe en casi todas el vicio que alienta su proliferación: la promoción grupal. Los ejemplos al respecto sobran: “anti-logías” que “van dando nombre”, o, mejor dicho, currículum a la luz del amiguismo, o bien el cinismo “antojo-lógico” de los que se compendian porque, sin mayor trámite, “se quieren tanto”. La polémica que despierta la publicación de una nueva antología —apenas superada por la que generan los premios literarios, como el Aguascalientes o el Gilberto Owen—, se debe en gran medida a falta de un método congruente de selección que, casi siempre, apuntala más a las inquietudes del antologador que a la esencia misma del material tratado. En este espectáculo “perverso” que construye prestigio de forma artificial, no siempre es fácil apreciar una propuesta legítima.

40 barcos de guerra. Antología de poesía y sus editoriales (Edición Independiente, 2009) difiere significativamente de las recopilaciones que buscan promocionar a un grupúsculo cualquiera. No hubo un “compilador” que le diera vida, sino una convocatoria abierta. Participan editoriales independientes (como Amarillo Editores, Versodestierro, Garabatos o El Arlequín), talleres literarios (Amanuense, Cantera Verde o el Taller de Poesía Cartago), casas de cultura (Casa de Arte de Comitán o Las Dos Fridas) y revistas literarias de todo el país (ARCA, Blasfemia, Clarimonda o Metáfora). 42 proyectos y 168 voces que no comparten un denominador común. Conviven, en el mismo espacio, poetas octogenarios con extensa trayectoria y jóvenes nacidos en los noventa que, en algunos casos, publican por primera vez. La idea rompe con la trillada manufactura antológica por generaciones, o la selección supeditada a un lapso temporal específico. Pero la pluralidad es, según se juzgue, un acierto o una tara del libro: por una parte, se ofrece un panorama extenso del quehacer poético en la actualidad, por otra, ser incluyente y rigurosos al mismo tiempo es prácticamente imposible, y no por otra cosa la antología está llena de altibajos.

Sin embargo, el concepto antológico no deja de llamar la atención pues, como afirma Adriano Rémura en el prefacio, la propuesta “es inédita por lo menos en México. No existe registro en donde 42 proyectos independientes de manera autogestiva, contraria a la mente tradicional, se aventuren a conformar un libro de poesía con 42 ópticas diferentes”. Y en esta extensa gama de posibilidades, ¿qué puede encontrar el lector? Tras una primera lectura, las respuestas afloran: 40 barcos de guerra es una guía de propuestas editoriales y de poetas que las representan, un libro de consulta que permite trazar rutas escriturales al margen del oficialismo y con ello un acercamiento a los poetas que desde distintos puntos de la república toman la palabra: Norma Bazúa (1928) en Sinaloa o María Rivera Valdez (1954) en Chihuahua, Jesús Bartolo Bello (1970) en Guerrero, Lorenzo Morales Malasangre (1973) en Tabasco, Leopoldo Ayala (1939) e Iván Leroy (1966) en la Ciudad de México o Yabel René (1968) y Porfirio García Trejo (1957) en el Estado de México, por mencionar unos ejemplos. Autores que a pesar de ser conocidos, no son reconocidos por un grupo amplio de lectores y esto no se debe al aparente localismo en el que proyectan su obra, sino a su independencia frente a los aparatos de poder: no juegan en el equipo oficial. La antología es un mapa poético interesante porque, de otra forma, sería imposible conjuntar las voces aquí expuestas.

Yabel René, durante la presentación de 40 Barcos de Guerra en Capulhuac, Edomex.

El título beligerante no es en vano. La antología representa una lucha contra las mafias literarias —oficiales o no— que viene a demostrar que la edición independiente, lejos de ser expresión subterránea o poco meritoria —un samizdat, como lo bautizó Nicolái Glazkov—, es una forma de entablar un diálogo desde los márgenes de lo establecido. La antología cobija propuestas no del todo aceptadas por la mirada canónica de las instituciones culturales: Clarimonda, revista alternativa mexiquense; Mezcalero Brother’s Ediciones, del contracultural Tianguis del Chopo, los Poetas en Construcción A.C. de Ciudad Nezahualcóyotl, con casi veinte años de trabajo y más de cincuenta títulos publicados, o bien nombres como Bruno Montané Krebs o Mario Raúl Guzmán, que algún tiempo fueron poetas del movimiento infrarrealista (uno de los episodios más ninguneados en la historia de nuestras letras). Más importante: éste es un itinerario que compendia el trabajo independiente que se realiza en los rincones de la provincia y que no siempre tiene resonancia en el centro: Garabatos en Sonora, un estado con menos de diez librerías; La Tarántula Dormida, en Guerrero; Ediciones La Cuadrilla de la Langosta, proyecto México-Chicago o Placa, plataforma de artistas Chilango-Andaluces (también resulta interesante la nómina de autores nacidos en otras latitudes que escriben en México o que mantienen contacto gracias a estas ediciones transnacionales: Sofía Faddeeva, de origen ruso; Eduardo Lucio Molina y Vedia, argentino; o Diego Vaya, español, entre otros).


II

Hace ochenta años El Grupo sin Número y sin Nombre proclama la inserción de las provincias en el quehacer artístico de la nación. La agrupación jalisciense pretendía la apertura de la periferia, confinada en una suerte de anonimato debido a la exclusión del foco artístico capitalino. Aunque no se trata de la primera disputa entre las demarcaciones y el centro, el hecho en cuestión registra una de las confrontaciones más significativas por la descentralización del medio cultural. 40 Barcos de guerra se inserta en esta confrontación, pero su disputa es contra las pandillas literarias que dominan los espacios oficiales. El libro nace en el marco del Homenaje Nacional al Poeta y Filósofo Enrique González Rojo-Arthur y el hecho me parece bastante significativo: González Rojo, autor de “Prolegómenos a una sociología de la mafias literarias” y responsable de los libros El rey va desnudo (1989) y Cuando el rey se hace cortesano (1990), desaparecidos desde su publicación porque cuestionan y ponen al descubierto los nexos entre Octavio Paz y el salinismo, es acaso el mejor ejemplo de escritura independiente del Estado y al margen del amiguismo. No está demás suscribir algunas palabras en el exordio de 40 barcos de guerra, preparado por González Rojo:

Las instituciones culturales del gobierno […] junto a una mafias y “capillitas privadas” […] nos muestran el espectáculo triste y desolador de un puñado de poetas que son ganados por el afán de poder, el ansia de reconocimiento y hasta por las prebendas malolientes que se pueden obtener en un mundo cultural como el nuestro. En cierto sentido —no soy el primero en asentarlo, pues se trata de un lugar común— la historia de la poesía mexicana es la historia de sus mafias.

La lucha por la apertura democrática de los espacios que generan mayor impulso, ubicados principalmente en el “centro”, no ha dado su última batalla pero es indiscutible que la presencia de las provincias ha estimulado la creación de tradiciones “aledañas” que han enriquecido considerablemente el panorama de nuestras letras: a principios de los años 80 Sandro Cohen sostenía que, después del D. F., los estados de Jalisco, Chiapas y Veracruz eran los más importantes por su larga historia literaria, y en los últimos años la frontera norte ha reclamado su lugar en la República de las Letras como portavoz de las nuevas tendencias (la Estética de los confines, para decirlo con Javier Perucho, o la “tradición tijuanense”, como sugiere Heriberto Yépez).

Si, como se ha dicho, la historia de un libro se escribe cincuenta años después de su publicación, falta mucho para conocer la trascendencia, si es que la tiene, de esta antología. Será importante el trabajo de difusión que cada una de las editoriales haga al respecto para colocar este libro en los estantes “adecuados”. Por el momento, 40 barcos de guerra es una importante invitación a sopesar el trabajo literario independiente en la actualidad. Una mirada a los márgenes escriturales en alerta a las inquietudes y necesidades del medio cultural.


*Hiram Barrios (Ciudad de México, 1983) estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Ha publicado en distintas revistas y medios electrónicos. Pertenece al Consejo Directivo de la revista Dédalus ( www.revistadedalus.com).