Por Javier Moro
El libro de poesía 40 Barcos de Guerra: Antología de poesía y sus editoriales, es resultado de un trabajo coordinado por la editorial capitalina Verso Destierro después del 1er Encuentro de Editoriales Independientes, que se llevó a cabo en el 2008 en las instalaciones del Faro de Oriente.
Un libro que incluye a 42 editoriales o colectivos poéticos (dos más que los que el nombre del título señala) y a más de 160 poetas mexicanos, lo cuál representa un arduo trabajo, sí además tomamos en cuenta la diversidad de voces y alientos poéticos reunidos en esta antología. Sin embargo el resultado de esa propuesta ha visto la luz en un libro de 625 páginas, con un trabajo editorial impecable y que en buena medida viene a demostrar que es posible realizar un trabajo editorial más que digno desde la independencia; desde la marginalidad.Porque no podemos soslayar que la mayoría de las editoriales y colectivos aquí presentados sobreviven de manera autogestiva en un país en el que se han mantenido muy pocos proyectos editoriales independientes en los últimos años.
Javier Moro lee poema de su autoría incluidos en la Antología 40 Barcos de Guerra.
Es cierto que en materia poética existen proyectos editoriales bien cimentados y con un trabajo admirable, pero que finalmente resultan pocos al observar la geografía nacional. Por otro lado el Internet se ha constituido como una de las opciones más importantes para conocer el trabajo poético que se realiza tanto en el país como en el resto de América Latina y España. Sin embargo es triste y preocupante que muchos poetas y lectores simplemente desconozcamos lo que en materia poética se realiza en buena parte de la geografía nacional. Es como sí la poesía fuera la hermana huérfana o abandonada de la literatura mexicana. Una labor que tiene muchos héroes anónimos en una guerra silenciosa en contra del olvido. Una guerra que se vive en las calles, en las librerías, en el mundo editorial en general, y en la cuál la poesía parece llevar las de perder.
Sin embargo el proyecto de Los 40 Barcos… viene a convertirse en una muestra de la vitalidad de la labor editorial independiente en nuestro país, y se constituye en un gran mapa, en lo que a labor poética se refiere. La antología se reconvierte así en un puente, una vía de comunicación que salva lo mismo fronteras geográficas que mentales, al convertirse en un libro incluyente, que no busca marcar barricadas estilísticas, pues lo que busca es dar a conocer la vitalidad y fortaleza de la actividad poética independiente y no cede ante la tentación de encerrarse en los gustos o preferencias estéticas.
Aquí puede radicar una de las debilidades de una antología: para bien o para mal , una antología siempre buscará mostrar una cara específica de la labor poética. Los 40 Barcos es incluyente e independiente, hay toda una gama de posibilidades. No hay escuelas o gustos que prevalezcan sobre los demás. Es una antología democrática en ese sentido. Y desde esa perspectiva su valor aumenta, se capitaliza el trabajo de todas estas editoriales, de todos estos grupos, para dar una visión más amplia de la poesía mexicana actual. Pues en materia poética nada está dicho todavía, y eso es justo lo que una antología como Los 40 Barcos de Guerra viene a decirnos: el territorio poético es ancho y desconocido y se nutre de afluentes y ríos subterráneos. La poesía es un territorio que aun nos reserva misterios y sorpresas. Una antología que nos da la oportunidad de bucear en la mayoría de estos ríos subterráneos que alimentan a la poesía mexicana y adentrarnos en territorios muchas veces desconocidos y sortear caminos distintos, furiosos o románticos.
Jorge Posada hace su aparición y lectura en el 246.
Simplemente una hojeada rápida por el índice nos permite reconocer proyectos de muy distinta índole radicados en estados como Oaxaca, Coahuila, Chiapas, Nuevo león, Estado de México o San Luis Potosí o conocer la labor de una plataforma poética transnacional como la PLACA (Plataforma de Artistas Chilango-Andaluces) lo que nos da cuenta de la diversidad que esta antología guarda en su seno.
Lo que sorprende es precisamente esto, la cantidad y calidad de poetas que realizan una labor silenciosa, una labor de zapa desde sus diferentes trincheras. Una labor a veces poco reconocida, pero que resulta de vital importancia para darle a la poesía un lugar en la vida artística nacional, pues es una poesía vital, intensa, que parece lejana al público mayoritario, pero que está ahí, luchando todos los días por tomar las calles y acercarse a ese público ávido por conocer lo que los jóvenes (y no tanto) poetas tienen que decirles. Una poesía que lucha incesantemente todos los días por sobrevivir y sobresalir en un medio editorial cada día más preocupado por la novedad y deslumbrado por las grandes cifras de venta.Y es que la antología 40 Barcos de Guerra parte de premisas que le llevan la contraria a los efectos del mercado: busca ser, en primer lugar, una antología incluyente que se aleje de gustos y estéticas compartidas por un solo grupo o editor y por tanto ser una antología incluyente que se comporte como un enorme mosaico formado por la labor poética que se realiza en nuestro país. Un mosaico que se abre ante el lector y le enseña una región poco iluminada de la labor editorial y poética nacional, un territorio poco explorado.Y eso es para mí una de las mayores ventajas de esta antología, que tiene la enorme virtud de transformarse en una lámpara que ilumina los caminos subterráneos por los que discurre la poesía mexicana actual: caminos, trazos que pueden ser desconocidos para una gran mayoría, pero que nos muestran aquí su trepidante fortaleza, la fuerza que corre por sus palabras.
Los 40 Barcos es un mapa y una ventana, una lámpara y una aventura. Pero sobre todo la posibilidad de acceder a los ritmos oscuros, a la respiración sedienta. A partir de ahí se pueden haber aciertos o errores, puede gustarnos o no la poesía presentada, pero la labor está hecha: presentar en su magnitud, en su importancia la labor independiente es algo notable, profundamente honesto, en un país en donde muchas veces la palabra "independiente" huele a marginal, a extranjero.
En la mesa de presentadores: Adriana Tafoya, Carlos Ramírez Kobra y Javier Moro.
Sin embargo esta labor no es poca cosa si al final del día nos enteramos de las enormes dificultades con las que se enfrenta esta labor editorial, en un país como el nuestro. Ya sean las editoriales que podríamos llamar grandes o establecidas y mucho más cuando esa labor se hace desde la “independencia” (con todo lo que esto conlleva).Una razón más para aplaudir la llegada a buen puerto de esta armada, de estos 40 navíos de guerra armados de mucho, pero mucho trabajo. Una armada de guerra que nos demuestra que muchas veces la locura y el amor por la poesía son más tenaces que nuestra insufrible y triste realidad.