jueves, 15 de abril de 2010

Sobre los 40 Barcos de Guerra

Por Christopher Nilton Arredondo

Presentación en la FES Acatlán, 17 de marzo de 2010
La búsqueda es una característica del artista, no exclusiva de éste, cierto, pero sí es una de sus características definitivas. El artista busca, ya sea el desarrollo de sus habilidades, ya sea sus ejemplos e inspiraciones, ya sea el perfeccionamiento de su voz propia.




Por otro lado, el artista busca también llegar a sus receptores; busca espacios y, en su búsqueda, construye vías y caminos, entabla diálogos, intercambia visiones y panoramas.

Se ha visto en tiempos recientes una tendencia del artista a reclamar, a base de la búsqueda, el derecho a crear y hacer llegar sus creaciones al público, eliminando intermediarios. Aquellos poderes (mecenas, productores, editores, caudillos intelectuales, grandes empresarios y burócratas) que desde su base de operaciones, en el corazón de un feudo cultural, presentan las obras al público bajo estándares como “lo que mejor se vende” o “lo que es más actual”, “lo que más recauda” o “lo que la gente prefiere” han entablado Justificar a ambos ladoshistóricas batallas con los otros, los artistas que no cumplen con las condiciones fijadas.

Hablar entonces de la antología, 40 Barcos de guerra como una novedad no es ser completamente honesto; lo
s ejemplos de esta tendencia que han tenido un final súbito saltan a la vista como palomas que escapan de la rueda de una bici en plaza pública. Pensemos, pues, en ejemplos menos socorridos y, quizá, más afortunados; el 5 de febrero de 1919m, cuatro grandes del cine norteamericano, Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Mary Pickford y David Wark Griffith, fundaron la United Artist, compañía cinematográfica dirigida por los mismos artistas que buscaba competir con los estudios hollywoodenses. La búsqueda de estas grandes figuras del cine los llevó a crear no sólo su propio estudio sino también su propia compañía de distribución y gozó de buena salud hasta su fracaso en 1980. Aún así, la United Artist sigue hoy en día existiendo y coproduciendo películas independientes junto con la Metro Goldwyn Mayer. Otro importante momento de búsqueda se experimentó durante la década de los 60; en el cine, un grupo de cineastas, incluidos Francis Ford Coppola y George Lucas, se instalaron en la ciudad de San Francisco para hacer cine distinto al de Hollywood.

En la música, los Beatles formaban el sello discográfico Apple y toman las riendas de la producción de títulos de los nuevos talentos. Ocho años antes, en 1960, Frank Zappa comenzaba sus míticas aventuras en el pueblo de Cucamonga, en su bautizado Studio Z, lugar donde hizo sus primeras producciones discográficas, desarrolló su faceta creativa y trabajó como “mercenario” en múltiples actividades (la lista incluye desde ser el guitarrista de una orquesta que el mismo Zappa aborrecía, hasta la producción y distribución de pornografía, todo para entrar de una buena vez al mundo del espectáculo).

Con todo y esto, sí hay algunos elementos novedosos en la antología: “esta propuesta de antologar –la de reunir proyectos independientes de manera autogestiva en una edición por medio de una convocatoria pública- es inédita al menos en México”, apunta Adriano Rémura en su presentación de la antología: 42 criterios distintos, prescindiendo así de la intervención de un editor externo (Chaplin estaría orgulloso de la iniciativa de los poetas de 40 Barcos…)


Queda pues, este volumen como muestra de la búsqueda. Sin embargo, como dije al principio, la búsqueda no es exclusiva del artista. Se invita, desde aquí, al público a realizar sus propias búsquedas; a buscar, de entre el abanico de las ofertas cotidianas, lo distinto; no porque lo marginal sea bueno por el hecho de ser marginal (ese juicio valorativo quedará a cargo de todos ustedes), sino porque, detrás de cada obra, hay un artista que lanza con buena fe un mensaje. No dejen que esos mensajes se pierdan dentro de las botellas donde fueron lanzados.

* Texto leído en la presentación de 40 Barcos de Guerra en la FES-Acatlán, UNAM

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