viernes, 5 de noviembre de 2010

40 Barcos de Guerra en EDITA México.

https://mail.google.com/mail/?ui=2&ik=7dbc6c20de&view=att&th=12c18bd75963cac1&attid=0.1&disp=inline&realattid=f_gg44j84q0&zw 

Presentación de 40 Barcos de Guerra
Comentarios: Fernando Reyes, Arturo Alvar, Adriana Tafoya.
Domingo 21 de noviembre
Museo León Troski. 5 PM. 
Av. Río Churubusco 410. 
Col. Del Carmen Coyoacán.


 Recital de los poetas:
Hugo Garduño, José Miguel Lecumberri,
Alonso Lenin, Adriana Tafoya
y Andrés Cisneros de la Cruz.

Domingo 21 de noviembre
Bar Centenario 107
Coyoacán Centro
20:30 horas

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Los 40 Barcos en la Casa Laboratorio, en Orizaba




Mario Islasáinz durante su intervensión en la Casa Laboratorio.


Adriana Tafoya durante su intervensión.


José Pulido con su comentario.



Asistentes a la presentación y el músico Óscar Iván.


Andres Cardo habló sobre el origen bélico de las tradiciones líricas.


viernes, 20 de agosto de 2010

Recibe el Laboratorio a los 40 en Orizaba


Casa Laboratorio de Expresión
y Talleres Libres A.C


presenta
40 Barcos de Guerra
antología de poesía y sus editoriales
Sur 19 No.24
entre oriente 2 y colón


Orizaba, Veracruz.
viernes 20 de agosto
8 PM


Presentan
José Pulido
Mario Islasáinz
Adriana Tafoya
Andres Cisneros de la Cruz

jueves, 19 de agosto de 2010

‘40 Barcos de Guerra’, mar de versos mexicanos

Llega a las costas desérticas de Saltillo, el libro “40 Barcos de Guerra”, que reúne a 15 casas editoras y a 28 editores independientes (42 proyectos en total)

  • Poesía nacional. El saltillense Eduardo Ribé participa con los poemas “Movimiento Ocular Perpetuo” y “Zozobra”. Foto: Archivo/ Vanguardia

SALTILLO, COAH.- En el enorme océano editorial que produce y distribuye los libros en México, hay grupos que, de forma independiente, con recursos propios o ajenos, quieren mostrar lo que actualmente se escribe en poesía y narrativa. Con ellos llega a las costas desérticas de Saltillo, el libro “40 Barcos de Guerra”, que reúne a 15 casas editoras y a 28 editores independientes (42 proyectos en total) que navegan hacia una isla de diversidad: hay distintas perspectivas poéticas, con autores desde los 20 a los 90 años.

Por parte de Coahuila, la casa editora Atemporia participa con los poetas saltillenses Claudia Berrueto, Miguel Gaona, Alejandra Peart Cuevas y Eduardo Ribé; este último, como coordinador de esta editorial, charló para VANGUARDIA sobre el libro que hoy se presenta en el Café-Bar Ágoras en donde leerán los poetas y la monclovense Claudia Luna.

Lee más:

http://www.vanguardia.com.mx/40barcosdeguerramardeversosmexicanos-532529.html


lunes, 16 de agosto de 2010

Atemporia presenta 40 Barcos en Saltillo


Miércoles 18 de agosto
2010
20: 30 horas

Ágoras . arte . café . vino .
Juárez 309 Centro (entre General Cepeda y Bravo)
Saltillo, Mexico

presentada por:
Claudia Luna


lectura poética de:
Claudia Berrueto,
Eduardo Ribé,
Alejandra Peart
y Miguel Gaona

lunes, 21 de junio de 2010

Poesía y guerra, ¿contra quién?

Gonzalo Martré, Sergio García Díaz, Max Rojas y Guadalupe Ochoa, en La Faeana.

Por Sergio García Díaz


Es una muestra de poesía, poetas y editoras, unidos por el gusto de difundir, intercambiar e irrumpir en el escenario de la poesía nacional. Es una antología sui generis, ya que la selección de los poetas la hizo cada proyecto editorial o grupo de poetas reunido entorno a su propuesta.

Ya en otras ocasiones ha habido asambleas, mapas, antologías y demás intentos de mostrar cómo esté el estado del arte en la poesía. Solo que ahora es una muestra realizada por las propias editoriales; unidas con un propósito: organizar una armada invencible, llamada: 40 Barcos de Guerra.

Las características de esta antología, a mi modo de ver, son las siguientes:

1. se ubica en el espectro de lo postmoderno.

2. es una antología Transgeneracional, con poetas que rebasan los 80 años hasta otros que tienen 19 años.

3. es una antología transterritorial, porque se incluyen proyectos de 21 estados de la República.

4. de los 169 poetas antologados 68 nacieron o viven en el DF, la gran mayoría de los poetas antologados viven en ciudades, realizan ahí sus actividades, tienen revistas, mantienen algún tipo de movimiento cultural, han editado en su gran mayoría algún libro: 27 poetas han publicado sólo un libro, 22 han publicado 2 libros cada uno, 18 han publicado 3 libros cada uno, 11 han publicado 4 libros por cabeza, 5 han publicado más de 5 libros por cabeza.

5. algunos ya son poetas con una amplia trayectoria y reconocimiento: Raúl Renán, Ricardo Martínez Cantú, Leopoldo Ayala, Max Rojas, Ricardo Yáñez, Iliana Godoy, Isolda Dosamantes, Leticia Luna, Eduardo Cerecedo, Juan Carlos H. Vera, María Elena Solórzano, Mario Raúl Guzmán, etc.

6. algunas editoriales ya cuentan con reconocimiento y trayectoria: Arlequín, Cuadrilla de la Langosta, Resistencia, Cultura de Veracruz. Y la revista Cantera verde.

7. hay algunos poetas emergentes que vienen organizando, empujando, luchando por ganarse un espacio en las letras nacionales.

Reflexiones.

Ya ha habido en otros momentos una necesidad de mapear el mundo de la poesía nacional. Adán Echeverría en 2007 convocó hacer un mapa poético en la generación nacida entre 1960-1989. Los jóvenes. Arrojando 630 autores. Y día con día crece más y más. También Juan Carlos H. Vera hizo una antología con algunos poetas de la generación de los 60. Por parte de CONACULTA se tiene la antología de poetas de Tierra Adentro, El Manantial Latente, Los Anuarios de Poesía y Los Mejores Poemas Mexicanos. Y hay un sin fin de antologías de grupo, taller o editorial marginales o de autor.

Está dentro de los mitos y los dichos (“dios hizo muchos poetas, pero poca poesía”), que la poesía no se vende, que los poetas nada más son leídos por los propios poetas, que existen como 300 revista de poesía, que a los eventos de poesía asiste poco público, y que los concursos de poesía se declaran desiertos. Ante esto se lanza una serie de propuestas como son los Concursos de poesía por parte de Las Casas del Poeta, los Slam de poesía, los Encuentros locales a lo largo del país, donde por supuesto no asisten los poetas encumbrados. Esto demuestra que la poesía está viva. O por lo menos que existen varias realidades en torno a la poesía.

Se dice: ni cetro ni pedestal para la poesía. Que cada poeta debe cruzar su propio Rubicón para ser considerado poeta. Actualmente no podríamos hablar de un canon poético. Hay una pluralidad de manifestaciones poéticas. Y conviven y perviven. Hay muchos temas que discutir sobre la poesía: los poetas, los grupos hegemónicos y los emergentes, las manifestaciones y formas poéticas, la estética, el libro de poesía, la comparación con otros lugares del mundo, las prácticas y el lenguaje.

José Manuel Arango nos dice que “es difícil saber hoy lo que es la poesía. Hubo tiempos en los que su lugar parecía claro. Hasta no hace mucho, en realidad, los poetas se reunían en movimientos y escuelas, se escribían manifiestos, parecía haber una causa común…ahora cada quien escribe desde el retraimiento, buscando solo su camino, la aparente riqueza de la diversidad de voces puede ser, también, un signo de orfandad”. Ya Heidegger había dicho, ¿para qué la poesía en tiempos de orfandad?

Los 40 Barcos de Guerra. Los nombres no son casuales tienen un sentido y una significación. Antonio Gramsci nos dice que hay una guerra de movimientos y una guerra de posiciones. La antología y las características de los antologados nos hablan de una guerra de movimientos. Quizá cada grupo era una guerrilla poética y ha decidido hacer un ejército regular. Es romántico saber que la guerra es por mar. En La Guerra de Troya el ejército griego llegó por mar, con los maderos de las embarcaciones hicieron el famoso Caballo de Troya. Ahora bien, ¿contra quién es la guerra?

Para hacer la guerra se necesita una estrategia. Y para esto sirve leer a Sun-Tzu, al Barón Carl von Clausewitz, a Mao Tzu. Así la estrategia es el arte de actuar bajo presión. Es aplicar el conocimiento para ganar la guerra. La estrategia quiere decir en griego: “el jefe de los ejércitos”. Es guardar el equilibrio emocional, vencer con un mínimo de derramamiento de sangre y pérdida de recursos. Si quieres algo, hay que estar dispuesto y en condiciones de lucha. Así creo que 40 Barcos de Guerra es un punto de partida más que de llegada. Ya se juntaron 42 barcos de guerra, con 4 miembros por embarcación y un polizonte en una de ellas, de tal forma que da una Legión de 169 miembros convocados. ¿Nada más para ser publicados? ¿Qué sigue? Hasta ahora se ha reconocido cada barco con los otros barcos. Pero para esto no se hace una Armada Invencible.

¿Qué sigue? Que el enemigo nos vea. Quién es el enemigo. ¿El sistema de becas, el sistema de premios, los poetas que han burocratizado la cultura en México? Quiénes son los que están alineados con ¿el enemigo? ¿Dónde está el enemigo?

Ahora bien. Necesitamos saber todos hacía dónde va la poesía nacional. Si es que aún se puede hablar de algo nacional. Mientras se responden por todos y todas las y los poetas convocados (57 mujeres y 112 hombres). Yo voy a lanzar y a decir cuales fueron mis gustos poéticos y como tal es mero gusto natural. Tendría que hacer una lectura más profunda para definir la poética. Con la lectura semi-profunda que me aventé podría entresacar lo siguiente:

1. algunos de los poetas antologados han sido talleristas de los maestros: Dolores Castro, Raúl Renán, Max Rojas, Óscar de la Borbolla, Eduardo Cerecedo.

2. la mayoría de los poemas contienen imágenes y ritmo urbano.

3. se busca el silencio en algunos de los casos y en otros la saturación del lenguaje.

4. si el ser habita en el lenguaje, como dice Heidegger, el lenguaje que se utiliza por la mayoría de los poetas es de la lírica de la cotidianidad, el amor, la ciudad, el ser, el poema, la añoranza, la muerte.

5. algunos poetas de Oaxaca y Chiapas reflejan la naturaleza, el mar, la exuberancia de la selva.

6. mis preferencias, que se acerca a mi mundo de vida, a mis imágenes y mi ritmo urbano, son: Benjamín Barajas, Óscar Escoffié Padilla, Eduardo Cerecedo, Israel García Reyes, Mirtha Luz Pérez Robledo, Lucero Balcázar, María Elena Solórzano, Alejandro Campos Oliver, Jade Castellanos, Isolda Dosamantes, Leticia Luna, Mario Raúl Guzmán, Ricardo Yáñez, Iliana Godoy, Blanca Estela Roth, Ánuar Zúñiga Naime, Carlos Ramírez Kobra, José Miguel Lecumberri, Bárbara Oaxaca, Aida Valdepeñas, Mauxi Ornelas, Benjamín Orozco, Estephani Granda Lamadrid, Pedro Emiliano, María Rivera Valdez, Max Rojas, Leopoldo Ayala, Raúl Renán, Ricardo Martínez Cantú, Rogelio Fuentes Vega, Isaac Páez Catalán, Diego Vega, Javier Villaseñor Alonso, Iván Vergara, Antonio Ávila Galán, Porfirio García Trejo, Eduardo Oláiz, José Alejandro Torres, Carolina Chávez Rodríguez, Elvira Cristina Árciga Gálvez, Adriana Tafoya, Alonso Lenin, Hugo Garduño, Andrés Cisneros de la Cruz y por supuesto mis cuates coyotes de Neza: Beto Vargas, Roberto Romero y Julio Huertas.

domingo, 20 de junio de 2010

El boom de la poesía mexicana y las editoriales como campo de batalla

Por Guillermo Fernández Rentería


Es indudable que la poesía se ha vuelto el ciclón del movimiento literario en México en estos últimos tiempos. Me refiero de tres o cuatro años para acá. Lógicamente todo boom tiene como antecedente un trabajo y un trasfondo, pero no abarcaré ese tema por el momento. Por ahora baste decir que el boom está aún en su comienzo, pero queda ya claro que tendrá un largo camino. Por qué hago esta afirmación, porque no bastó con la aparición de un Mapa Poético Del silencio hacia la luz, concebido por Adán Echeverría y Armando Pacheco, con Ediciones Zur, o la reciente aparición de la ya tan polémica antología de poesía y sus editoriales 40 Barcos de Guerra (que ostenta el título de autogestiva), articulada por los editores de Verso Destierro, sino que ahora también los editores alternativos del medio tradicional no quieren quedarse atrás, e impulsados por el Fondo de Cultura Económica se lanzan a reunir a 50 editoriales.

Si hacemos el recuento de todos los proyectos convocados por estas tres iniciativas llegaremos a cifras no espectaculares, pero que hablan ya de un nutrido grupo de profesionales que se están jaloneando en este libre mercado del libro literario, y en especial, el libro de poesía. Por un lado —hablando editorialmente— la coalición de 42 editoriales logró una antología, que más allá de sus alcances poéticos, ha roto con el hito de la mala distribución, por no decir pésima por difícil (o que para otros es imposible) de la poesía mexicana. Por otra parte tenemos al Fondo de Cultura Económica, con una amplia red de distribución convencional, apoyando, con un costo mínimo por derecho a stand de 1,200 pesos, a los 50 editores alternativos que componen esta muestra y venta de libros. De estos 50 proyectos, 3 están incluidos también en la antología de 40 Barcos de Guerra, con lo cual tenemos una cifra, si sumamos los 42 proyectos reunidos por Verso Destierro, y los 47 de la feria del Fondo de Cultura Económica, 89 proyectos totales. Esto sin contar a Ediciones Zur, que bien valdría la pena tenerlo en cuenta en esta cifra, pues en la introducción del libro marítimo lo menciona el prologuista Adriano Rémura. Con esta última tendríamos 90 proyectos totales en lo amplio del campo de lectura.

¿Cómo podemos leer esta cantidad de proyectos activos? Podemos asumir es una cantidad sustancial, sin contar proyectos que también están en plena ebullición y que no están aquí, como Linaje Editores, Fridaura, Ediciones Eón, Editorial Andrógino, Épica, Start Pro, La Orquídea Errante, La Otra, Generación Espontánea, La zorra vuelve al Gallinero y otros tantos que seguro existen o están en ciernes, y que bien la efervescencia provocará en algún momento armen su propia flota; lo cual enriquecería esta concentración, y sobre todo la diversidad, en cuanto a lo cualitativo, de literatos.

Es en verdad sorprendente que en tan sólo cinco años el panorama de la poesía mexicana haya cambiado tan radicalmente. Recuerdo todavía esos años 90 y principios del 2000 donde el escepticismo respecto a los creadores nacionales reinaba, platicaba con compañeros de academia, con algunos autores incluso, y la expectativa era, un estancamiento, una crisis. No cabe duda que hay quienes todavía están en esa crisis. Pero para otros lo mejor ha sido la práctica, y si bien no han aterrizado, están en plena composición de sus propuestas.

Por qué hablar de un boom poético, porque de estas 90 editoriales, en principio 43 están dedicadas si no de lleno a la poesía, por lo menos sí en lo sustancial, pues editorialmente esa es la cara que está mostrando como su fuerte. De las otras 47 que tenemos en el Fondo, están algunas de las que se dedican a publicar textos académicos, políticos, libros de arte, narrativa, teatro, etc., y entre otras cosas a reeditar poetas clásicos de diferentes países y épocas. También están los que se dedican, si no de lleno a publicar autores recientes, sí por lo menos a producir colecciones donde incluyen a poetas que están sonando en los ámbitos culturales del INBA y diversas academias del país, y muchas de ellas ya con una amplia tradición. Es decir, de estas 47 editoriales podemos contabilizar, y acótenme si me equivoco por favor, 29 editoriales que publican poesía, aunque 5 de ellas no incluyan poetas nacionales; y de las 21 restantes, 10 de ellas se dedican a la narrativa, 2 al teatro, 8 a publicaciones generales (ensayo, narrativa, divulgación, etc.) y 1 a distribuir. Con esta apreciación rápida podemos sumar en total 43 editoriales de poesía por parte de los 40 Barcos, y 29 (que son mayoría) dedicadas a la poesía por parte de la feria del Fondo de Cultura Económica; es decir, tenemos 72 editoriales centradas en la poesía, de las 90 que se presentan.

El impulso viene desde lo independiente, y está permeando lo alternativo. Parece cierta ahora esa premisa posmoderna de que lo marginal está dejando de existir, para volver este mundo más incluyente y amplio. Es gustoso saber que en México el boom poético está en su arranque y que seguramente nos dará peleas memorables en ese mar que es ahora el libre mercado del arte y donde la poesía es ahora su principal arma.

Me parece importante enumerar las editoriales implicadas en la euforia editorial por la poesía. Las colocaré a renglón seguido, empezando por las que no están incluidas ni en una ni en otra, luego con las de la feria y para concluir con las de la antología belicosa, que son mayoritariamente de provincia: Linaje Editores, Fridaura, Start Pro, Épica, Ediciones Eón, La Orquídea Errante, Editorial Andrógino, La Otra, Generación Espontánea, La Zorra vuelve al Gallinero y Alias, Almadía Editorial, Azafrán y cinabrio Ediciones, el Billar de Lucrecia, Bonilla Artigas Editores, Bonobos, La Cabra Ediciones, Doble Hélice, Arlequín, Cal y Arena, Ediciones de Educación y Cultura, Ediciones Del Ermitaño, El Milagro, El Tucán de Virginia, Endora, Monte Carmelo, Ediciones Sin Nombre, Aldus, Atemporia, Editorial Efímera, Editorial Ítaca, Lenguaraz, Moho, Praxis, Editorial Resistencia, Ficticia, Juan Pablos Editor, Laboratorio de Novela, Libraria, Libros del Umbral, Libros Magenta, Literalia Editores, Lunarena Editorial, Mangos de Hacha, Mantarraya Ediciones, Mantis Editores, Nitro/Press, Nostra, Paso de Gato, Petra Ediciones, El poeta y su trabajo, Proyecto Literal, Quimera Ediciones, Sexto Piso, Sur+, Taller Ditoria, Textofalia, Trilce, Tumbona Ediciones, Vaso Roto y Amanuense, ARCA, Ediciones Arlequín, Blasfemia, Bulimia de Camaleones, Cantera Verde, Taller de Cartago, Casa del Arte Comitán, Ediciones Clandestinas, Clarimonda, Ediciones la Cuadrilla de la Langosta, Cultura de Veracruz, Datura Red, DiVerso, Ediciones El Aduanero, El Brujo, El Chiquihuite, Floricanto, Galería Urbana, Garabatos Editorial, Homoscriptum, Kala Editorial, La Tarántula Dormida, Ediciones Ladrillo, Las Dos Fridas, Ediciones Libera, Metáfora (hoja de poesía), Mezcalero Brother’s, Molinos de Acentos, Nuevo Siglo Editorial, Papeles de la Mancuspia, Letras de Pasto Verde, PLACA (plataforma Chilango Andaluz), Plan de los Pájaros Ediciones, Poetas en Construcción, Tlacaxipehualiztli Ediciones, Ediciones Unicornio, Verso Destierro.
Después de todo, los poetas empiezan a tener opciones.

viernes, 11 de junio de 2010

Carta a editores y poetas de 40 Barcos de Guerra


No conozco a Adriano Rémura, pero supongo que le interesará mi carta, por lo que les pido se la hagan llegar. También a los editores que participaron les resultará interesante ampliar el diálogo a propósito de lo que desencadena el libro de los 40 Barcos, incluso en la parte meramente numérica, es decir, detrás de cada grupo de poetas seleccionados hay más poetas, que no fueron incluidos, como lo mostraron Adán Echevarría y Armando Pacheco, autores del Mapa poético de México, limitado a quienes nacieron entre 1960 y 1989 (diez años más que el segundo grupo que menciono en mi carta, que va de 70 a 89). Saber el número de los no incluidos llevaría cualquier gráfica a un nivel de certeza mayor de lo que está pasando en México en esta disciplina, que da por tierra cualquier opinión apoyada en el cómodo pasado, en los años anteriores a 1950. Unos de los que morderían el polvo serían José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis.

Bueno, toda presentación es buen pretexto para iniciar amistades sólidas, por lo que espero éste sea el caso. Cordialmente

Jaime Velázquez


Hca. Veracruz, a 4 de mayo de 2010

Apreciados Editores y Poetas

Anoto mis datos, a manera de identificación de quien les escribe.

Jaime Velázquez, n. en el D.F., 1951. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Becario del Centro Mexicano de Escritores en 1983. Autor de una selección de poetas de la generación nacida en los años 50 por iniciativa de Emmanuel Carballo, publicada en el suplemento “El Gallo Ilustrado”, del periódico El Día. Vive desde 1986 en la ciudad de Veracruz. Editor, crítico.

La revista Cultura de Veracruz publicó (Xalapa, abril de 2009) el texto de mi conferencia “Los años recientes en la literatura veracruzana”, dictada en el Museo de la Ciudad en septiembre de 2008, y escribí la presentación del libro Máscaras. Antología de poetas del puerto de Veracruz (Editora de Gobierno, Xalapa, 2009).

Al leer la presentación de Adriano Rémura en el libro 40 Barcos de guerra encontré una cita de Miguel Ángel Flores de 1984 (Memorias del Tercer Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores; Ediciones de la Revista Punto de Partida, UNAM, INBA, RAC de Veracruz). Se trata de la ponencia “Notas sobre algunas antologías de la poesía mexicana” (pp. 11 a 20”), en donde Flores regaña a Sandro Cohen por algunas opiniones erróneas que cometió en su libro Palabra nueva. Dos décadas de poesía en México (Premia Editora, 1981), al que sin embargo elogia y del que dice “la edición se ha agotado, es decir, que el trabajo hecho por Cohen hacía falta”.


Miguel Ángel Flores no dijo nada del editor, Fernando Tola, ya que sin Premia no habrían sido publicadas las obras de un buen número de escritores. Quiero referirme ahora a algo que, treinta y cinco años, después, quizás cuarenta, ya debería ser parte de los libros de historia de la literatura mexicana, si existen. Estoy seguro que la etapa más reciente de esta historia empezó meses antes de una exposición nocturna que hubo en la Librería El Juglar, en San Ángel, DF, de libros y revistas marginales, a mediados de los setenta.


Allí encontré a los jóvenes que estaban publicando la revista El Zaguán, que surgió en Coyoacán, DF, en casa de Manuel Ulacia, donde aún vivía Concha Méndez, esposa de Manuel Altolaguirre, y donde pasaba temporadas Luis Cernuda. Allí andaba Luis Roberto Vera, un exiliado del golpe militar en Chile (lo que nos da una fecha: 1973), y otros, como Roberto Vallarino, que trabajaba en un periódico nuevo, unomásuno, que empezó en Mixcoac y luego se trasladó a la colonia Nochebuena, cerca de la plaza de toros México. Pero estaban otros entusiastas poetas y editores, como Rafael Vargas, que últimamente escribe artículos en Proceso. Manuel, nacido en 1956, estudió en Yale, Nueva York y era director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM cuando murió, entiendo que en el mar de Manzanillo hace unos años.

Miguel Ángel Flores menciona en su ponencia el libro de Gabriel Zaid, Asamblea de poetas jóvenes de México (Siglo XXI Editores, 1980). Zaid tuvo la idea de este libro al ver la cantidad de poetas nuevos que estaban publicando libros y en periódicos y revistas en esos años. Un antecedente político fue el conocido caso de Julio Scherer, que tuvo que dejar el periódico Excélsior y que fundó Proceso; mismo suceso que dejó a la deriva la revista Plural, que fue retomada por los poetas del grupo La espiga amotinada, y que propició la fundación de Vuelta y de unomásuno, lo que aporta más fechas.

Pero hay otros libros que tomar en cuenta, aparte del de Cohen: Poetas de una generación (1940-1949), de Jorge González de León (UNAM, 1981), y Poetas de una generación. 1950-1959, (Premia, UNAM, 1988), de Evodio Escalante. Todo esto, por lo visto, lleva a pensar que lo que haya sido que pasó en los años setenta, de allí surge la primera parte de la historia que estamos viviendo y que compartimos.

Al elaborar la gráfica de los poetas incluidos en el libro proyectado por Adriana Tafoya, encontré que hay 54 poetas nacidos entre 1951 y 1969, y 83, entre 1970 y 1989. Esto me dice que el desarrollo de la poesía mexicana ha sido muy lento. De hecho, si en el año 1985, el del terremoto, nacieron nueve personas que devendrían poetas, en 1988 no nació ninguno y en 1989 apenas dos, igual que en los años 50, 54, 56, 60, 61, 63, 75. Otros datos relevantes son que por lo menos diez poetas estudiaron Letras en la UNAM, de ellos, dos estudiaron letras inglesas, y otros esa misma carrera en Coahuila, Chihuahua, Guadalajara, Veracruz y el DF.

La vida depara sorpresas. Pensé que conocía a todos los poetas nacidos en la ciudad de Veracruz y en el libro Barcos de guerra encontré uno, César Rodríguez Diez, que estudió en Monterrey y que supongo no vive en Veracruz. Una explicación sería, quizás, que después de la publicación del libro de Zaid hayan empezado a publicar otras personas nacidas en los años cincuenta, que no están en el libro que publico en 1980 y que ahora fueron localizados por los Barcos de Guerra.

La intención de este comunicado es felicitarlos, pero también animarlos para que escriban sus historias pues, como apuntó Adriano Rémura al citar a Fernando Reyes: “si las antologías no las hacen los mismos poetas, entonces ¿quién las va a hacer?”. Porque a las antologías siguen las historias, digo: les toca a los poetas escribir sus biografías y también la crónica de sus travesías, si no, ¿quién las va a hacer? No bastan las pequeñas fichas biobibliográficas, aunque haya que evitar las “fichas” que ocupan demasiadas páginas y que ponen incluso la fecha en que se les cayó el primer diente.

Algo de lo que recordé arriba corresponde a una historia desgraciadamente centralista (conté a 67 poetas nacidos en el D.F., el 40 por ciento de los Barcos, que incluyó a un 30% de poetas mujeres) y que genera una cuestión aún pendiente: ¿qué pasaba fuera del DF? Hay que contarlo, antes de que nadie recuerde los orígenes. En el resto del país las intrigas del mandarín Octavio Paz también hicieron daño.

Lo demás, que dejo suelto aquí, es descubrir la manera de que aumente la producción de poesía, para impresionar a los poetas primitivos, como Díaz Mirón, que sólo publicó un libro en su vida, en una ciudad que sólo recuerda a otro poeta de esos años, al papá de Salvador, Manuel. El libro de Salvador tuvo la ayuda del gobernador Dehesa, el mismo que becó al joven Diego Rivera y antepasado del Germán Dehesa que de profesor de literatura en la UNAM pasó a ser cronista en un bar de San Ángel, a unos metros de donde estuvo El Juglar, y luego comentarista del Reforma, como todos saben.

Con un saludo cordial

Jaime Velázquez

PD. Lamento la mala costumbre de algunos protagonistas que no pusieron la fecha de su nacimiento, dificultan la tarea de comprensión con un gesto inútil. La presentación del libro Barcos de guerra en Veracruz fue el jueves 29 de abril de 2010, en la Casa de Cultura de Boca del Río. Recomiendo los catálogos de revistas de arte y cultura que ha publicado Conaculta. Rémura recuerda a Aurora Marya Saavedra, y elogia su iniciativa, al parecer independiente (pág. 15), pero no menciona el libro Las divinas mutantes. Carta de relación del itinerario de la poesía en México, un libro de 789 páginas hecho con dineros de la UNAM, SOGEM, SEESIME (Sociedad de Ex alumnos de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, IPN), Instituto Mexiquense de Cultura y Editorial Praxis, donde se consintió también el no poner fechas de nacimiento, sino de publicación de sus libros.


martes, 18 de mayo de 2010

La Armada Invencible

José Francisco Conde Ortega
presenta los 40 Barcos de Guerra



Presentada en Auditorio de rectoria de la Universidad Tecnológica de Nezahuacóyotl

lunes, 10 de mayo de 2010

Cuarenta máquinas en guerra

Dos textos sobre la antología por jóvenes becarios

de la Fundación para las Letras Mexicanas

en Auditorio de rectoria de la

Universidad Tecnológica de Nezahuacóyotl


Por Ramón Castillo


Para qué los versos.

Para qué las palabras con su afeite,

Embalsamadas para huir del tiempo.

Para qué arar en el lenguaje

La extraña semilla del dolor o la belleza.

Jorge Fernández Granados.

I

¿Para qué escribir? ¿Para qué la poesía? ¿Para qué las prolongadas imágenes o las pulidas letras? La poesía no es una concatenación de argumentos lógicos o una prueba irrefutable de las causas primeras. La respuesta no está, entonces, diáfana y gratuita para ser alcanzada por el deseo de su búsqueda. El páramo inasible de lo poético está más ligado a un asombro, a un hallazgo, que a un axioma y, no obstante, encierra en su interior una visión particular del mundo. La poesía es una verdad en sí misma, en la potencia profunda que suscita en el mundo. Si algo salva a la literatura de las atrofias cotidianas es su completa indiferencia a la esperpéntica atención a lo unívoco, a los caminos de un solo sentido, a la asepsia de lo consabido.

Ezra Pound alguna vez definió a la función poética como un proceso de condensación. Al igual que los viejos alquimistas, Pound ensalzó el movimiento que destila, que purifica y concentra para llegar a la esencia misma de las cosas. Paracelso estaría de acuerdo en la metódica atención que seguía el poeta para descarnar la frase, el pensamiento y a la sensación misma. El poema vive debido a su cargada congregación sensible. Las palabras cobran nuevos sentidos o, quizás, rebuscan en sus primigenias acepciones. La poesía se rebela contra el bullicio de la palabrería insustancial y la interferencia de lo nimio. Rescata, recrea y vivifica el velado secreto del verbo, la visión y el enigma.

II

En su célebre “Los demasiados libros” Gabriel Zaid dice con sorna y perspicacia, respecto a nosotros, los escritores, que: “soñamos con la atención universal, con el silencio de todos los que callan para escucharnos, de todos los que renuncian a escribir para leernos”. Existe, desde siempre, un deseo por vernos en letras de molde, impresos, justo al lado de los clásicos y la tradición de la cual nos sentimos herederos. No es poca cosa querer dialogar con los que nos sucedieron, con gesto de admiración o insolencia franca y lograr con ello un gesto de individualidad cierta. Porque la literatura, la creación o la revelación súbita se dan en privado, en la página recién mancillada, el adjetivo afortunado y, ¿por qué no?, hasta en la resuelta decisión de no querer escribir más; entonces, ¿para qué los libros, los demasiados libros?

Las literaturas menores, pregonaron Deleuze y Guattari al hablar de Kafka, son estrategias de subversión, máquinas de guerra que a través de su excentricidad minan el poder intestino del centro. Una tentativa por hacer “tartamudear al lenguaje” —como dijeran los franceses— es una lucha por restituirle a la palabra su potencia. Toda literatura “menor” pretende generar un espacio liminar o campo expandido desde donde se habla de manera distinta, no obstante, seguir el mismo código. Se busca la reformulación del discurso dominante sirviéndose de sus propias estratagemas y otorgarle, como lo dijo Ezra Pound, una cualidad puntual y vigorosa. Sin embargo, para llegar a esa región de singular potencia, no basta sólo con pertenecer a una región o territorio; es preciso movilizar la maquinaria intelectual y sensible, con el único fin de crear dispositivos verbales e imaginativos capaces de conmoverlo todo.

III

Cuarenta barcos de guerra” lleva en su título de manera explícita su propia búsqueda. La tentativa es afrontar, de manera beligerante, la inercia de un discurso hegemónico y celoso. Sin embargo, las literaturas “menores”, en este caso buques de guerra, deben de aspirar antes que a la cartografía periférica a la profusión honda del lenguaje poético, a la delicada ponderación de la palabra, al abismo ignoto de la intuición.

Celebramos el encuentro, a la manera spinoziana, entre fuerzas que suscriben la urdimbre de aquello que anima y suscita las más diversas intenciones. Las naves surcan un mar encrespado y traicionero con el ánimo de evidenciar una vocación, una terca necesidad o el asombro cotidiano. La poesía registra las huellas de una mirada extrañada o un tacto ansioso, anteponiendo siempre una experiencia estética de la palabra por la palabra misma. Borges, en alguna certera línea, ya dijo que la palabra idónea siempre está sujeta a la premura de la forma. La poesía simple y desnuda, sin adjetivos ni epítetos geográficos, siempre será el rastro que legaremos a la posteridad. Todo descubrimiento debe, ante los que nos sucedan, ser fuerza que resuene y dicte una verdad humana y, por tanto, imperecedera.





A la salud de un libro

Por Jesús Francisco Conde de Arriaga

“Si he escrito esta carta tan larga,

ha sido porque no he tenido tiempo

de hacerla más corta

Blaise Pascal

No es casualidad que cada mujer —inteligente o sensible o las dos o ninguna pero con algo de gracia— que lee Rayuela sufra un proceso de identificación o de transferencia con la entrañable Maga. Impávida no puede quedarse ante el retrato amoroso que Cortázar hace de ella a través de Oliveira.

“Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.”

La Maga es el pretexto. En ella queda la reminiscencia de lo que se puede ser. En ella se puede dibujar un beso, una caricia o el ansia de compartir el mismo espacio geográfico. Vamos, incluso uno puede llegar al fetiche de pasar una noche en el hotel del mismo nombre sobre San Antonio Abad.

La transferencia o identificación no se da, como decía, a través de una casualidad. Es el afán por extender nuestros límites temporales y espaciales; por trascender a través de alguna línea o de un verso; concebir el mundo por medio de la poesía o de la creación misma.

En 40 barcos de guerra se trasluce una mirada de identidad, la búsqueda por existir en la hoja en blanco y el afán por encontrar cómplices que compartan la “heroicamente insana costumbre de hablar solo”. Cuarenta editoriales y más de ciento cincuenta poetas están reunidos bajo un mismo techo y sus versos son cobijados por la certeza del azar. En el juego inclemente de la oficialidad, la posición estética converge con la ideológica con resultados más o menos afortunados. La cercanía que inevitablemente se siente con la labor de este libro, en ocasiones se debilita al enfrentarse con los textos. El objeto textual es en primera instancia a lo que el lector se enfrenta, y debiera ser lo único.

Más allá de una posición clara y definida a partir de la “independencia” o “marginalidad”, por lo demás entrañable, sólo el verso logrado, el ritmo impecable o la metáfora renovadora quedarán en la memoria de algún desocupado lector. Para ser claro: la marginalidad no es una categoría estética. La endeble fortaleza del underground o del mainstream no resiste el embate del tiempo.

La delimitación geográfica o temporal es, acaso, una circunstancia que es salvable por la fuerza inherente del poema, si lo es, entendido como el reducto donde converge una estética forjada por lecturas, por oficio, por rigor y por disciplina. En esta antología conviven diversas corrientes estéticas que se contraponen y se combaten, pero que guardan la coincidencia de asimilar la realidad a partir de la búsqueda poética.

Ahora, pienso en el Club de la Serpiente y en el mundo que estuvo frente a ellos. El mismo que cada uno de nosotros enfrenta y que en 40 barcos de guerra está claro: aprender a resistir el ataque de las flotas enemigas. Pienso en mi Maga y en la certidumbre de sus ojos miel. Pienso en un par de versos de este libro. Pienso en la ingenuidad y en la poesía. Yo, ingenuo pero no poeta, pienso en decir salud por este libro que puede, si quiere, ser referencia a partir del dictamen inclemente del tiempo.