lunes, 23 de mayo de 2011

40 Barcos de Guerra o ¿encontró lo que buscaba?


Cuadro estadístico cortesía de Fernando Reyes, de Ediciones Libera.

Por Fernando Reyes 
(texto leído en el Muso León Trotski, en EDITA México)
“Recuerda, hija, que las cosas no deslumbran porque rocen en ellas las pelusas del sol… Encuentra esta lámpara que greca el limbo y el tálamo”, recuerda que este verso aparece en la última página de 40 Barcos de Guerra, esa antología de poetas que te encargué desde hace tiempo, como desde hace tiempo que nos recordaron que “los poemas no sirven para nada” y yo (se las recordé) “que sólo sirvo para hacerlos” (p.505). Y es que “la poesía no sólo son palabras / matemáticamente colocadas sobre el blanco puro”, dijo Carlos H. Vera (p.65). “Nunca sabré qué es la poesía / quiénes los poetas / qué importa / trabajaré, seré un hombre productivo / llevaré panes a mi casa” (Arturo Ordorica, p.237). Cada quien vive, ama, mata, disfruta y pare el poema como se le venga en gana. Y en esta antología que te encargo hay de todo, pues poetas hay de todos, desde los nacidos en los años ochenta como Estephani Granda, Alonso Lenin o Alejandro Campos Oliver (a quienes les esperan hermosas y grandes palabras) hasta los que llevan ochenta años escribiendo como Max Rojas, Raúl Renán, Norma Bazúa, Leopoldo Ayala, Iliana Godoy o Enrique González Rojo Arthur, quien escribió con un tono alegremente contestatario el prólogo. Enormes poetas. También hay “malos poetas (espuma de los mares)” sin los cuales “los grandes poetas no existirían”, aclara Adriana Tafoya (p. 599). En fin, como te digo, hay poemas para todos los gustos, posturas y teorías poéticas. He ahí el encanto. Apúrale, “Faltan veinte minutos para un poema” (Alexandra Botto, p. 237), no vayan a cerrar el súper y nos quedamos sin poemas.
   El libro es simplemente hermoso. No hay pierde. Tiene una bella portada épica de Flor Minor.  Tiene como subtítulo Antología de poesía y sus editoriales. Tiene 624 páginas, magnoproyecto supratarea, macropaciencia hiperpropuesta. 168 poetas con su respectiva nota biobliográfica. En realidad son 42 editoriales independientes, de esas que navegan en la brega cotidiana y eterna de escribir, editar, distribuir y leer poesía en estos tiempos violentos. Por eso se llaman barcos de guerra, porque luchan en la tempestad, a “contracorriente y boca abajo” como el salmón, porque “algunas palabras / son  sólo sombras de una voz a orillas del océano” (Aída Valdepeña, p.401), porque la poesía “navega como alguna /  barca en medio de un mar de vino tinto”, así es la poesía con “muchas puertas de entrada y sólo una de salida” (Gómez Morán, p.410). Tal vez por eso “pocos son los que se atreven a pedirle matrimonio a la poesía” (Carlos Wiheleme, p.45) ya que la poesía “son letras que emergen del abismo / río de imaginación solitaria” (Sixto Cabrera, p. 580)
    Lo puedes hojear como el otoño, hija, ése es otro de sus encantos. Al estilo de Rayuela, de atrás para adelante y vicerversa. De izquierda a derecha, de en medio hacia todas partes. Aparecerán nombres de todos los tamaños, muchos de ellos, aunque con gran calidad, poco conocidos, pues ya sabes que aquí la poesía se edita y se difunde con otros intereses, fines y acuerdos que no son meramente literarios. Eso no importa, pues el fin último de estos poemas, de estos poetas, de estos editores no es “que se vuelvan monumentos holográficos o de estantería para sostener obras de autores con la recompensa de la fama”, como dicen los editores que se aventuraron y se envalentonaron para organizar, convocar y publicar este acto de fe, esta hechura de amor, este rescate del olvido, esta invención del ser. Los poetas aquí reunidos son algunos grandes amigos y grandes seres humanos, quienes, entre horas de trabajo y transporte, entre la lucha por la sobreviviencia, la lucha existencial y la lucha por la injusticia y la estupidez, se dan su tiempo para nombrar al ser, para darle un nuevo nombre a lo que ya todos sabemos, a lo que olvidamos a veces, como la ternura, lo bello de un cuerpo, lo difícil de una pérdida. Te he de decir, querida hija, que predomina una generación que yo llamaría Des-Generation, ya que insisten, redundan y clavan la garra en temas como desamor, desencanto, desahogo, desesperanza, desilusión,  desesperación, desasosiego, destrucción, despilfarro, descenso desdén, deseo. En pocos poetas encuentro un sesgo de esperanza y optimismo: Benjamín Barajas, Isolda Dosamantes, Pedro Emiliano, acaso. Al menos en algunos de sus poemas; recuerda que los poetas pasan por distintas periodos. Un día le cantan estruendosamente a la alegría y al día siguiente ya están escribiendo una carta suicida. Así son los estados anímicos del artista. Violeta Parra o Beethoven; sobre este último, por cierto, Mónica Soto escribe un poema. Y sobre Mahler, Ulber Sánchez hace lo propio. Al cine también hay referencias, a la televisión y a las marcas comerciales, se trata de poetas jóvenes. Aunque también hay los que rescatan temas de la literatura clásica: hablo de Arturo Alvar, Isidoro Eliut o Claudia Barrueto. Poetas también hay, aunque contados, que rescatan y dominan la métrica clásica, como Jesús Morán y Javier Gaytán quienes hacen verso y rima sin esfuerzo. De todos los temas puedes encontrar: besos, perros, insectos y groserías (cuánto trabajo me hubieran ahorrado de conocerlos antes), o los temas cachondos y sin refinamientos exquisitos de Lucero Balcázar, de Víctor M. Muñoz y de Alberto Vargas Iturbide, Sergio Díaz. Cómpralos, m´ija, trátelos a todos, hay que leer de todo, sólo así podemos comparar y forjar nuestro criterio.
    También tráeme prosas poéticas. Encontrarás muchas: de Eduardo Ribé y Karina Falcón, de Miguel Maldonado y Eduardo Lucio, de Víctor Clavellina y Gema Santamaría o Gariela Baltazar, ah, pues otro encanto de la composición es que incluye a muchas féminas, a diferencia de la mayoría de las antologías. Mujeres recias, de carácter y de palabra.
     Compra un paquete de poemínimos de María Rangel, una bolsa de epigramas de Raúl Renán, un six de haikus reloaded de Carlos Itubide y de Ildegardo Flores, y una botella de poemas breves de Santiago Jorge: “Entre tus piernas fue a posarse una metáfora”. Como la poesía ha ido perdiendo solemnidades y pedanterías, recuerda el humor y tráeme un kilo de poemas de Gabriela Puente y Jorge Posada, una docena de juego lingüísticos de Fernando Reyes y Benjamín Orozco, y un litro de esos nuevos discursos en que el poema puede estar escrito como una oración o un examen de opción múltiple:
“3- ¿Y para no nadar en la cama?
a)    Te vas al mar       b) Te vas al río            c) Te vas al suelo”
    No te podría hablar de todos los poemas y poetas. Acaso te puedo mencionar algunos nombres de las casas y los sellos en cuyo nombre lleva la penitencia, hablan un poco o un mucho de su intención editorial, su organización y lucha: Amanuense, Ediciones Clandestinas, Plan de los Pájaros, Ediciones Libera, Ediciones Unicornio, Resistencia, Poetas en Construcción, Atemporia Editorial, Floricanto, Di Verso, Galería Urbana, entre otras, y por supuesto VersodestierrO, proyecto editorial que no sólo publica libros sino que los confronta ante el mundo, el lector, el diálogo, el amor y la poesía misma.
   ¿Quedó claro, hija, cuál es mi encargo? Apúrale, el tiempo apremia. Espero que lo encuentres en el súper. A lo mejor no lo localizas en la sección de libros pues este libro es un alimento. Te quita la sed y el hambre. Te nutre y te hace crecer. La señorita de la caja te preguntará “¿Encontró lo que buscaba?” Y tú amablemente le contestarás que en ésas andas. En dado caso que no lo vendan allí. Vete de volada al Centro Histórico. Siéntate en un café, cantina o antro y espera. La poesía llegará sola a tus manos, a tu mesa, a tu alma. Andrés Cisneros o Adriana Tafoya te pondrán éste u otro libro de poesía enfrente de tus ojos. (Hay quienes hacen como que no la ven). Entonces cómprales un ejemplar, dos si puedes. A eso se dedican ellos, a repartir palabras en la noche, a embarrar en el mantel de tu mesa uno que otro sentimiento atravesado, o a esconder entre los sobrecitos de azúcar aquellas palabras que traemos atragantadas y que solo un poeta, quién sabe quién, en qué poema y qué verso, sabrá decir para nuestro alivio.
     El mundo nace cuando dos se besan, dijo Octavio Paz. El mundo nace cuando dos editan, cuando dos escriben el mundo renace, agrego yo. Tengo cuidado, hija, con lo que traerás en las manos, ese libro es más explosivo que una bomba y más delicado que vidrio cortado. Ten cuidado y no vengas regando verbos y sustantivos por las calles. 




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